El matrimonio de La Poetisa

Las siguientes son fragmentos de la entrevista a la Poetisa y su marido acerca del proceso de su matrimonio. Su futuro marido, habiendo leído y admirado la poesía de Hissa, le mandó las preguntas de una entrevista solicitando que ella las respondiera.

Ella- '...[Mi futuro marido] estaba trabajando para una revista, y me mandó las preguntas de la entrevista. Todos los días me preguntaba que cuándo le iba a mandar las respuestas. Yo no tenía demasiado interés...'

Él- '...Hice un análisis detallado de su poema (...), a ella le gustó...' y le pedí matrimonio.

Ella- '...No me interesaban mucho sus preguntas, ni hablar con él, así que se me olvidó [responder a su propuesta de matrimonio]. Después de unos días volvió a llamar, dijo que la proposición de matrimonio iba en serio, pero yo seguía sin tener mayor interés. Tras otros cuatro días, volvió a llamar'

Él- 'Fui a ver a su familia para pedir la mano y dije que tenía derecho a verla. Así que se sentó con nosotros y la vi. Tuve una buena sensación'.

Ella- 'Que fuera un hombre relacionado con la lengua y la poesía resolvía la mitad del problema: el de que una mujer sea aceptada en el mundo de las letras. Que un escritor te pida la mano facilita las cosas.'

Estas frases sugieren que no había ningún tipo de afecto hacia su futuro marido por parte de Hissa. Igual que uno podría elegir un lavavajillas por las buenas prestaciones descritas en su etiqueta, Hissa accede a casarse con su marido por su conveniente etiqueta de escritor. Es una decisión racional en la que no hace falta ni conocerse, como de hecho, no se conocían ellos dos. Que Hissa no siente ninguna atracción sexual ni una conexión intelectual o moral con su futuro marido queda claro cuando durante dos semanas esta ignora las diarias peticiones de este de responder a sus preguntas, y se olvida de su proposición telefónica de matrimonio dos veces: 'no me interesaban mucho sus preguntas, ni hablar con él'.

Incluso los occidentales más críticos con la ilusión del amor romántico confesarían que usan un método distinto para elegir pareja que lavavajillas. A pesar de que dichos críticos adviertan, con razón, sobre los peligros de dejarse llevar por la locura del efímero, caprichoso y devastador amor romántico, ¿Negaría alguno de ellos que nuestras emociones han de desarrollar un papel, aunque secundario, en la elección de pareja?

Una de estos críticos, Mary Evans (cuyo pseudónimo es George Eliot), en Middlemarch, describe el amor como una amistad profunda y acompañada de atracción sexual. Sin embargo, también el decidir de quién nos hacemos amigos tiene un inevitable componente 'intuitivo' y 'emocional', difícilmente racionalizable. Yo añadiría que la atracción sexual puede surgir con la gran mayoría de personas, especialmente si tales personas nos caen bien. Por tanto, yo creo que lo fundamental del amor es que entre los amantes exista una sólida amistad.

Si se acepta mi argumentación hasta ahora, entonces se aceptará que el método a seguir para elegir pareja será el elegir a la persona del sexo que nos atraiga con la que tenemos una más profunda amistad. En mi experiencia, el físico de las potenciales parejas puede obstaculizar esta elección, porque es posible que la belleza nos ciegue, y acabemos eligiendo no la pareja con la que mejor nos llevemos, sino la más bella. Parece, entonces, que si todos nos cubriéramos con un velo como Hissa (los hombres también, por supuesto) esto ayudaría a tomar mejores decisiones, no engañadas por lo exterior, que al fin y al cabo es irrelevante ya que la atracción sexual siempre surgirá, aunque a veces sea más inmediata y otras menos. Sin embargo, incluso si el llevar velo fuera una decisión personal y no una imposición gubernamental, lo cual sería fundamental, el no ver la cara de una persona restringiría la comunicación mediante el lenguaje facial, que puede ser tan potente como la verbal, y fundamental para la comprensión de una persona. Ahora bien: ¿Podría el que los hombres y mujeres llevaran ropas holgadas, que no resaltaran ciertas partes de sus cuerpos, llevar a que se tomaran decisiones amorosas más racionales, sin perder nada en términos de amistad (ya que el que nuestras camisetas marquen nuestros abdominales, biceps o pechos poco contribuye a la profundidad de una amistad)? ¿Podría esto contribuir a lograr un amor más espiritual y duradero?

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