¿Creer para convivir, o convivir para creer?
San Agustín divide la humanidad en dos ciudades, la Divina y la Terrena. Pertenecen a la ciudad Divina aquellos que, cristianos o no, aman a Dios más que a sí mismos. Como la ciudad terrena, La ciudad divina tiene un rey, Jesús, y unos guardas, los ángeles. El problema surge cuando los hombres que pertenecen a ambas ciudades tienen órdenes contradictorias de sus dos soberanos, es decir, de Dios, y del emperador terrenal. Varrón, a quien Agustín refuto, arguyó que la Iglesia debía acomodar sus enseñanzas a lo que más le convenía al emperador. Es decir, que dejando la verdad religiosa aparte, la Iglesia debería predicar doctrinas útiles que fomenten la cohesión social.
Según Erik Peterson, un teólogo Alemán que vivió el Nazismo, la doctrina de Varrón lleva al desastre, y a que la Iglesia apoye a un régimen tan en contra de las doctrinas Cristianas como el Nazismo. La figura del mártir, dice Peterson, es precisamente la de alguien que sigue la moral cristiana por encima de las leyes políticas. Siguiendo a Peterson, surgió la Teología de la Liberación, en la que la Iglesia adoptó un papel central en contra del orden político supuestamente anticristiano.
Carl Schmitt, jurista alemán contemporáneo de Peterson, tiene una opinión diferente del asunto. Hobbesiano, apunta que sólo debe haber un soberano, y con poder absoluto: el monarca. Cualquier otra fuente de autoridad llevará a un conflicto entre los poderosos. Para eso, es necesario que todos los ciudadanos cedan toda su obediencia al monarca, y a nadie más. Además, según Hobbes y Schmitt, lo que manda el soberano es siempre justo.
La posición de Peterson puede parecer mucho más humana que la de Hobbes. Pero hemos de entender de dónde viene la teoría de Hobbes: de un siglo de horribles guerras civiles e internacionales que devastaron Europa y llevaron la muerte a la mayoría de hogares. Estas guerras estuvieron motivadas por ideales religiosos (reformistas contra católicos). La Iglesia era la principal fuente de ese conflicto, haciendo que la gente luchara para cumplir las órdenes de Dios de extender la verdad. Entendemos mejor, entonces, que Hobbes no quisiera oír nada de que la Iglesia pudiera mandar hacer nada a sus fieles. En ese contexto, cobra sentido que el estado deba ser el único con poder.
La historia ha demostrado que la iglesia puede ser una fuente de horrores, como en las guerras religiosas, o una fuente de mejoras, como en algunos casos lo ha sido la teología de la liberación, o la oposición parcial de la Iglesia al nazismo.
'St. Augustine'. En: Zalta, E.N.: Stanford Encyclopaedia of Philosophy. En línea en: <<https://plato.stanford.edu/entries/augustine/#HisEsc>> [Consulta el 17 de mayo de 2018].
'Carl Schmitt'. En: Zalta, E.N.: Stanford Encyclopaedia of Philosophy. En línea en: <<https://plato.stanford.edu/entries/schmitt/>> [Consulta el 17 de mayo de 2018].
El monoteísmo como problema político. Peterson, E. (1999). Editorial Trotta: Madrid.
Según Erik Peterson, un teólogo Alemán que vivió el Nazismo, la doctrina de Varrón lleva al desastre, y a que la Iglesia apoye a un régimen tan en contra de las doctrinas Cristianas como el Nazismo. La figura del mártir, dice Peterson, es precisamente la de alguien que sigue la moral cristiana por encima de las leyes políticas. Siguiendo a Peterson, surgió la Teología de la Liberación, en la que la Iglesia adoptó un papel central en contra del orden político supuestamente anticristiano.
Carl Schmitt, jurista alemán contemporáneo de Peterson, tiene una opinión diferente del asunto. Hobbesiano, apunta que sólo debe haber un soberano, y con poder absoluto: el monarca. Cualquier otra fuente de autoridad llevará a un conflicto entre los poderosos. Para eso, es necesario que todos los ciudadanos cedan toda su obediencia al monarca, y a nadie más. Además, según Hobbes y Schmitt, lo que manda el soberano es siempre justo.
La posición de Peterson puede parecer mucho más humana que la de Hobbes. Pero hemos de entender de dónde viene la teoría de Hobbes: de un siglo de horribles guerras civiles e internacionales que devastaron Europa y llevaron la muerte a la mayoría de hogares. Estas guerras estuvieron motivadas por ideales religiosos (reformistas contra católicos). La Iglesia era la principal fuente de ese conflicto, haciendo que la gente luchara para cumplir las órdenes de Dios de extender la verdad. Entendemos mejor, entonces, que Hobbes no quisiera oír nada de que la Iglesia pudiera mandar hacer nada a sus fieles. En ese contexto, cobra sentido que el estado deba ser el único con poder.
La historia ha demostrado que la iglesia puede ser una fuente de horrores, como en las guerras religiosas, o una fuente de mejoras, como en algunos casos lo ha sido la teología de la liberación, o la oposición parcial de la Iglesia al nazismo.
Bibliografía
'St. Augustine'. En: Zalta, E.N.: Stanford Encyclopaedia of Philosophy. En línea en: <<https://plato.stanford.edu/entries/augustine/#HisEsc>> [Consulta el 17 de mayo de 2018].
'Carl Schmitt'. En: Zalta, E.N.: Stanford Encyclopaedia of Philosophy. En línea en: <<https://plato.stanford.edu/entries/schmitt/>> [Consulta el 17 de mayo de 2018].
El monoteísmo como problema político. Peterson, E. (1999). Editorial Trotta: Madrid.
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